Por Edgar Hernández Mejía
San Juan,
tierra de entraña fecunda
donde el verde tiene presencia diaria
en las plantas del gran valle,
y donde la fuerza del viento ágil
sólo acaricia y canta
entre aroma vegetal y mariposas.
San Juan,
terruño en el que anidan
la esperanza y la quietud,
como los anhelos dormidos de un ángel,
donde los efectos del amor se manifiestan día tras día
a modo de dulce paz
en las miradas perdidas
hacia las cordilleras lejanas.
San Juan,
fértil suelo que contiene
la esencia misma de la vida,
donde; el diario trabajo
y la gran fe de sus gentes han logrado despejar agrios desvelos,
convirtiendo este llano central
rodeado de frías montanas
en amplia cantera y reserva
de la producción de la patria.
San Juan, lugar de activos ríos
que nutren las semillas en los surcos
y sacian al ganado bajo el sol,
lugar donde las aves veloces
se desplazan ,entre el viento,
y sin penetrar al gran caudal
de las aguas sin pausas
observan el trayecto
de los peces de colores.
San Juan
lugar que cuenta
con el mismo clima del cielo
y durante todo el año
es paraíso de lozanos árboles
con tiernos nidos e inmensas corolas,
tierra donde la estación
resulta ser siempre primaveral
por sus crepúsculos y albas
de refrescantes brisas y aromas.
San Juan,
¡ quien te conoce, no te puede olvidar !
El autor Dr. Edgar Hernández Mejía residió en San Juan de la Maguana en ocasión de ocupar el cargo de Procurador de la Corte de Apelación. Entonces escribió el libro «El Cristo sin Rostro», donde defiende la obra y la trascendencia de Jesús, (1983).
Fue declarado «Hijo Adoptivo de San Juan de 1a Maguana» en virtud de resolución de fecha 23 de febrero del 2001, del Ayuntamiento Municipal.
Deja una respuesta