Por: Luis Ramón de los Santos F. (Monchín)
No nació en San Juan, lamentablemente, pero sacó su cédula con el maestro Pasians, a la que le estamparon la serie 12. Ese negrito de nuestros amores, con su linda carita de azabache y melón, su sempiterna sonrisa de niño bueno, cachuchita multicolor y manitas casi entrelazadas, vigiló durante años, en el alto pedestal donde lo coloco su primera dueña, Zunilda Rijo, a la alegre muchachada sanjuanera. Ese negrito, al que todos por desconocer su nombre solo conocimos como «de doña Zuna», vino en los años 50 de Curazao,como parte de la decoración de la «Agencia Philips», de capital Holandés, y que regenteaba en su condición de representante local, doña Zunilda Rijo. No es aventurero afirmar que quizás algún Curazoleño sirvió de modelo para el mismo, dado que Curazao era posesión Holandesa.
El negrito, que ya no es de doña Zuna y ni siquiera de Rafaelito Calderón, su actual propietario, sino del recuerdo del San Juan de siempre, fue rescatado del olvido gracias a una fotografía tomada por Rafael Lama Gattas, la misma que fue publicada en la página que se inventó Ike para hacer que los sanjuaneros que estamos dispersos por el mundo nos reencontremos.
Cuando la ví, les confieso que me dio de todo, sentí que mis años vividos regresaban al punto de partida, de pronto me vi del brazo de mi madre Margot, tan a destiempo ida a los 57 años, pasear por la calle Mella y detenernos a contemplar a ese muchachito tan nuestro, siempre sonreído, en su sitio alto, cual cómplice sempiterno de todas nuestras travesuras, sin importarle el frío ni el calor, sin pedir nada a cambio, sólo que le miraran su cachuchita verde, azul y rojo, su pantaloncito gris y su camisita azul…
A mi hermano Rafaelito Calderón, que quizás no había nacido cuando al muchachito lo trajeron de Curazao, quiero pedirle que lo cuide mucho, y que recuerde que una de las principales características de la estatua era el color negro brillante de su piel, la ropa también de colores brillantes, tanto como su sonrisa y sus dientes, ¡ay negrito de mi vida, quien pudiera otra vez ir a verte del brazo de mamá…!
*Foto tomada por Rafael Lama
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